Capítulo 1: Una nueva raza.
En un lugar donde el sol castiga fuertemente a la tierra, y se pueden divisar los mares de la fina arena dorada, con olas creadas por los suaves vientos; esos lugares en los cuales todo es seco, pero a la vez se puede encontrar sitios frondosos poblados por exótica plantas, allí es donde todo empieza.
En medio de la nada de aquel desierto, existía un castillo, estaba abandonado por cualquier ser humano, y se podía apreciar a simple vista como había zonas derruidas, creadas hace un tiempo por alguna guerra o invasión.
Pero ese castillo con el tiempo no estaba del todo abandonado...
…: ¡Señor, la guardia real de los cielos a divisado a un grupo acercándose a nosotros!
…: Gracias Reny, dile a Nyoko que se quede junto a los niños dentro del castillo, y reune a todos los demás generales junto con la sabia en la entrada.
Reny: Sí, señor.
Fue veloz e impartiendo las ordenes que su señor le había dictaminado, mientras este, se quedo de pie, pensativo, mirando por una de las ventanas hacia el amplio desierto.
…: Esperemos que no ocurra nada malo, no quiero más desgracias.
El rey y todos los generales se situaron en la entrada del castillo. A los lados de esta crecían dos enormes árboles, donde el ejercito alado se escondía, vigilando cada movimiento. Poco a poco un grupo se fue acercando. No tenían pinta de querer luchar, y se apreciaba en ellos un aire un tanto majestuoso.
Hubo un momento en el que ya los dos grupos estaban uno frente al otro. El que parecía el líder empezó a hablar.
…: Mi nombre es Zeev.
Seguida mente se presento el rey del castillo.
…: Me llamo Hitsuro, ¿que trae a tu manada hasta mis dominios?
Zeev: Nuestro grupo vivía en paz en un oasis, al igual que vosotros, pero los humanos nos atacaron de improvisto, invadiendo nuestro hogar, llevamos varios días caminando, e intentando buscar un sitio en el que vivir, y por lo visto hemos llegado hasta aquí.
Su voz era grave y rotunda, pero no amenazadora. Aquella manada de leones tenia un pelaje y una piel oscura, todo lo contrario que los del castillo, que eran dorados como el sol y la arena de aquel lugar.
Zeev: No venimos a pelear, solo queremos un lugar donde vivir, incluso nos podemos marchar en unos días, y seguir con nuestra búsqueda.
Sin que ninguno de los dos grupos se percatara un pequeño bebe cachorro se acercaba corriendo hacia ellos, y jugueton, dio un salto desde las piernas de su padre, y se puso enfrente del grupo de melena oscura.
Hitsuro: ¡Naru!
El pequeño cachorrillo no atendió a la voz de su padre, y miraba curioso a esos leones de piel oscura, que nunca había visto; le atrajo sobretodo un pequeño león algo más grande que él. El cachorro negro vio como aquel bebe se quedo parado mirándole, y le gruño intentando intimidarlo. Pero el cachorrillo no tubo miedo alguno, en cambio se puso a jugar con su negra cola, intentando capturarla.
Zeev: Parece que le has caído bien al pequeño.
Dijo divertido su padre.
Sasuke: No quiero caerle bien.
Sasuke echo al pequeño aun lado con su pata, sin usar demasiada fuerza, quedando sus patas hacia arriba. Sasuke quería que le dejara en paz, pero el cachorro se quedo en esa pose de sumisión y ronroneando. Al verlo el cachorro negro sintió algo cálido en su corazón, pero intento ignorarlo.
Hitsuno cogió a su pequeño y juguetón Naru, pero este al ser agarrado comenzó a gimotear. La leona sabia de mediana edad, comenzó a hablar.
Killa: Señor, creo que lo que el pequeño Naru quiere decirnos, es que lo mejor sería unir nuestros clanes, si usted esta de acuerdo por supuesto.
Zeev: Para mi sería una gran dicha unir nuestros clanes y poder vivir en este gran palacio.
Hitsuro: Estoy de acuerdo, no podría dejaros vagar por el desierto y que muráis, además siempre es bueno tener más aliados con nosotros ¿Verdad Naru?
Naruto: ¡Kyuu!
El pequeño que apenas sabía aun algunas palabras hizo un sonidito muy tierno de alegría.
Hitsuro: Seguidme.
Les indicó, para que entraran en los dominios del palacio. Naru corría divertido entre las patas de los leones, temiendo estos pisarlo por un descuido. De uno de los grandes árboles salió una enorme águila, del mismo tamaño que los leones. La manada oscura se puso alerta, pero la única general hembra, con voz serena, los calmó.
Kiwa: Esta con nosotros, no os atacara.
El águila abrió sus zarpas y cogió al vuelo al pequeño Naru.
Hitsuro: Gracias Tsubasa.
El águila hizo un movimiento con la cabeza en gesto de respeto, y subió, mientras volaba, al pequeño Naru a su espalda.
Tsubasa: Naru eres demasiado imprudente.
Naru: ¡Kyuu!
El pequeño no entendía, simplemente estaba feliz de poder sentir el aire sobre su piel, todo aquello era muy divertido. Tsubasa seguía a la manada desde arriba.
Hitsuro: El castillo es muy amplio, pero no pasaréis calor ni frió.
Yuna: Te agradecemos tu hospitalidad.
Hitsuro: No hay de que.
Zeev: Ella es mi esposa Yuna, y con el que jugaba antes tu hijo, era nuestro primogénito Sasuke.
Yuna: Es un placer.
Sasuke: Encantado.
Hitsuro: Igualmente.
Hubo un gran silencio, y solo se escuchaban los pasos.
Hitsuro: Naru no tiene madre, murió hace unos días a causa de una enfermedad, un humano le lanzó algo y la mató.
Zeev: Nosotros tuvimos mucha suerte y no murió nadie, pero tiene que haber sido un duro golpe.
Hitsuro: Así es, pero tengo a Naru, él es lo más importante para mi.
Zeev: Tu pequeño es muy alegre y puro.
Hitsuro: Sí.
Se podía apreciar como el rostro serio de Hitsuro por la muerte de su esposa, se iluminaba al mencionar a su pequeño hijo. Entraron por una gran puerta dentro del castillo, los pasillos eran amplios y de techos altos, caminaron por ellos hasta llegar a una habitación.
En un lugar donde el sol castiga fuertemente a la tierra, y se pueden divisar los mares de la fina arena dorada, con olas creadas por los suaves vientos; esos lugares en los cuales todo es seco, pero a la vez se puede encontrar sitios frondosos poblados por exótica plantas, allí es donde todo empieza.
En medio de la nada de aquel desierto, existía un castillo, estaba abandonado por cualquier ser humano, y se podía apreciar a simple vista como había zonas derruidas, creadas hace un tiempo por alguna guerra o invasión.
Pero ese castillo con el tiempo no estaba del todo abandonado...
…: ¡Señor, la guardia real de los cielos a divisado a un grupo acercándose a nosotros!
…: Gracias Reny, dile a Nyoko que se quede junto a los niños dentro del castillo, y reune a todos los demás generales junto con la sabia en la entrada.
Reny: Sí, señor.
Fue veloz e impartiendo las ordenes que su señor le había dictaminado, mientras este, se quedo de pie, pensativo, mirando por una de las ventanas hacia el amplio desierto.
…: Esperemos que no ocurra nada malo, no quiero más desgracias.
El rey y todos los generales se situaron en la entrada del castillo. A los lados de esta crecían dos enormes árboles, donde el ejercito alado se escondía, vigilando cada movimiento. Poco a poco un grupo se fue acercando. No tenían pinta de querer luchar, y se apreciaba en ellos un aire un tanto majestuoso.
Hubo un momento en el que ya los dos grupos estaban uno frente al otro. El que parecía el líder empezó a hablar.
…: Mi nombre es Zeev.
Seguida mente se presento el rey del castillo.
…: Me llamo Hitsuro, ¿que trae a tu manada hasta mis dominios?
Zeev: Nuestro grupo vivía en paz en un oasis, al igual que vosotros, pero los humanos nos atacaron de improvisto, invadiendo nuestro hogar, llevamos varios días caminando, e intentando buscar un sitio en el que vivir, y por lo visto hemos llegado hasta aquí.
Su voz era grave y rotunda, pero no amenazadora. Aquella manada de leones tenia un pelaje y una piel oscura, todo lo contrario que los del castillo, que eran dorados como el sol y la arena de aquel lugar.
Zeev: No venimos a pelear, solo queremos un lugar donde vivir, incluso nos podemos marchar en unos días, y seguir con nuestra búsqueda.
Sin que ninguno de los dos grupos se percatara un pequeño bebe cachorro se acercaba corriendo hacia ellos, y jugueton, dio un salto desde las piernas de su padre, y se puso enfrente del grupo de melena oscura.
Hitsuro: ¡Naru!
El pequeño cachorrillo no atendió a la voz de su padre, y miraba curioso a esos leones de piel oscura, que nunca había visto; le atrajo sobretodo un pequeño león algo más grande que él. El cachorro negro vio como aquel bebe se quedo parado mirándole, y le gruño intentando intimidarlo. Pero el cachorrillo no tubo miedo alguno, en cambio se puso a jugar con su negra cola, intentando capturarla.
Zeev: Parece que le has caído bien al pequeño.
Dijo divertido su padre.
Sasuke: No quiero caerle bien.
Sasuke echo al pequeño aun lado con su pata, sin usar demasiada fuerza, quedando sus patas hacia arriba. Sasuke quería que le dejara en paz, pero el cachorro se quedo en esa pose de sumisión y ronroneando. Al verlo el cachorro negro sintió algo cálido en su corazón, pero intento ignorarlo.
Hitsuno cogió a su pequeño y juguetón Naru, pero este al ser agarrado comenzó a gimotear. La leona sabia de mediana edad, comenzó a hablar.
Killa: Señor, creo que lo que el pequeño Naru quiere decirnos, es que lo mejor sería unir nuestros clanes, si usted esta de acuerdo por supuesto.
Zeev: Para mi sería una gran dicha unir nuestros clanes y poder vivir en este gran palacio.
Hitsuro: Estoy de acuerdo, no podría dejaros vagar por el desierto y que muráis, además siempre es bueno tener más aliados con nosotros ¿Verdad Naru?
Naruto: ¡Kyuu!
El pequeño que apenas sabía aun algunas palabras hizo un sonidito muy tierno de alegría.
Hitsuro: Seguidme.
Les indicó, para que entraran en los dominios del palacio. Naru corría divertido entre las patas de los leones, temiendo estos pisarlo por un descuido. De uno de los grandes árboles salió una enorme águila, del mismo tamaño que los leones. La manada oscura se puso alerta, pero la única general hembra, con voz serena, los calmó.
Kiwa: Esta con nosotros, no os atacara.
El águila abrió sus zarpas y cogió al vuelo al pequeño Naru.
Hitsuro: Gracias Tsubasa.
El águila hizo un movimiento con la cabeza en gesto de respeto, y subió, mientras volaba, al pequeño Naru a su espalda.
Tsubasa: Naru eres demasiado imprudente.
Naru: ¡Kyuu!
El pequeño no entendía, simplemente estaba feliz de poder sentir el aire sobre su piel, todo aquello era muy divertido. Tsubasa seguía a la manada desde arriba.
Hitsuro: El castillo es muy amplio, pero no pasaréis calor ni frió.
Yuna: Te agradecemos tu hospitalidad.
Hitsuro: No hay de que.
Zeev: Ella es mi esposa Yuna, y con el que jugaba antes tu hijo, era nuestro primogénito Sasuke.
Yuna: Es un placer.
Sasuke: Encantado.
Hitsuro: Igualmente.
Hubo un gran silencio, y solo se escuchaban los pasos.
Hitsuro: Naru no tiene madre, murió hace unos días a causa de una enfermedad, un humano le lanzó algo y la mató.
Zeev: Nosotros tuvimos mucha suerte y no murió nadie, pero tiene que haber sido un duro golpe.
Hitsuro: Así es, pero tengo a Naru, él es lo más importante para mi.
Zeev: Tu pequeño es muy alegre y puro.
Hitsuro: Sí.
Se podía apreciar como el rostro serio de Hitsuro por la muerte de su esposa, se iluminaba al mencionar a su pequeño hijo. Entraron por una gran puerta dentro del castillo, los pasillos eran amplios y de techos altos, caminaron por ellos hasta llegar a una habitación.
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